«Toda comunidad cristiana debería comparar su vida con la que animaba la Iglesia y verificar la propia capacidad de vivir en “armonía”, de dar testimonio de la Resurrección de Cristo, de asistir a los pobres»
Lo ha afirmado el Papa Francisco en la homilía de la Misa presidida esta mañana en Casa Santa Marta.
La homilía de Papa se desarrolla a partir de lo que durante toda la semana de Pascua la Iglesia ha iluminado: “el renacer de lo Alto”, del Espíritu, que da vida, afirma, al primer núcleo de “los nuevos cristianos”, cuando “todavía no se llamaban así”.
“’Tenían un solo corazón y un alma sola’. La paz. Una comunidad en paz. Esto significa que en esa comunidad no había lugar para las murmuraciones, para las envidias, para las calumnias, para las difamaciones. Paz. El perdón: ‘El amor cubría todo’. Para saber cómo está una comunidad sobre esto deberíamos preguntarnos cómo es la actitud de los cristianos. ¿Son mansos, humildes? ¿en esa comunidad hay litigios entre ellos por el poder? ¿Peleas por envidia? ¿Hay murmuraciones? Pues no están en el camino de Jesucristo. Esta característica es muy importante, porque el demonio intenta dividirnos siempre. Es el padre de la división.
El Papa Francisco recuerda “las luchas internas, las luchas doctrinales, las luchas de poder” que llegaron más adelante. Por ejemplo, dice, cuando las viudas se quejaban porque no estaban bien atendidas y los Apóstoles “tuvieron que ordenar a los diáconos”. Sin embargo, dice, ese “momento fuerte” del comienzo fija para siempre la esencia de la comunidad nacida del Espíritu Santo. Una comunidad acorde y, segundo, una comunidad de testigos de la fe, sobre la que Papa Francisco invita a comparar a todas las comunidades de hoy:
“¿Es una comunidad que da testimonio de la resurrección de Jesucristo? ¿Esta parroquia, esta comunidad, esta diócesis cree verdaderamente en que Cristo ha resucitado? O dice “Sí, está resucitado, pero de aquí’, para quien lo cree solamente, el corazón está lejos de esta fuerza. Dar testimonio de que Jesús está vivo, está entre nosotros. Y así se puede entender cómo está una comunidad”.
Tercera característica sobre la que medir la vida de una comunidad cristiana son los “pobres”. Y aquí, el Papa distingue la vara de medir que se verifica en dos cosas:
“En primer lugar: ¿cómo es tu comportamiento o el comportamiento de esta comunidad con respecto a los pobres? Segundo: ¿Esta comunidad es pobre? ¿pobre de corazón, pobre de espíritu?¿o pone su confianza en las riquezas? ¿en el poder?
Armonía, testimonio, pobreza y atención a los pobres. Esto es lo que Jesús explicaba a Nicodemo: este nacer de lo Alto. Porque el único que puede hacer esto es el Espíritu. Esta es una obra del Espíritu. La Iglesia la construye el Espíritu. El Espíritu crea la unidad. El Espíritu te empuja hacia el testimonio. El Espíritu te hace pobre, porque Él es la riqueza y hace que tengas cuidado por los pobres”.
“Que el Espíritu Santo, concluye Papa Francisco, nos ayude a caminar por este camino de renacidos con a fuerza del Bautismo”.