«Trasgu en Artuxu»
|
Trasgu vacilón |
En una pequeña aldea asturiana, Artuxu vivían nueve familias con sus animales , vacas,ovejas, burros, algún caballo, y otros compañeros de vida como perros y gatos.
Lo más bonito que tenía la aldea era el palomar. Una idea que tuvo en su día el Celso y que poco a poco aprovechando una higuera de poco fruto, fue construyendo la morada para un pequeño grupo de palomas que trajeron de la feria de la Pola.
El palomar, fue un éxito rotundo. Todos los días al caer la tarde, los vecinos se arremolinaban alrededor de la higuera y contemplaban absortos el devenir de la comunidad de palomas. Eran años de lucha. Lucha muy dura y sin recompensa alguna. El conseguir que la familia hiciera las tres comidas diarias era un reto que se planteaba en cada despertar. La guerra, la maldita guerra, con su permanente presencia en la vida de las personas, acaba minando la ilusión y la esperanza de todos. A los aldeanos del Artuxu poco o ningún interés despertaba el por qué, y el para qué, de los conflictos.
Era una existencia cruel
Ellos sí sabían una cosa que para su mejora de calidad de vida, no eran. De eso estaban seguros. A ellos les tocaba renunciar a los jóvenes que unos u otros alistaban obligados, y que en la mayoría de los casos jamás volverían a ver. Era una existencia cruel. La vida en agonía permanente.
El Celso andaba por los 18 años. Un joven rocoso y fuerte. Era el hijo y el hermano de todos los vecinos, La contienda civil lo había dejado sin ninguna familia, y fue adoptado como hijo del Artuxu. Era el chaval que más madres tuvo en la historia. Y el guaje de todos. El también se hacía querer, estando pendiente de las necesidades de todos, y teniendo iniciativa para hacer cosas como el palomar. Como era diaria la presencia en la higuera-palomar de la vecindad, estaba ahora, en ratos en que se podía escapar de las faenas, enfrascado en hacer unas bancadas para que la gente estuviera descansando de la dura jornada de trabajo en el campo, mientras ponían nombre a las palomas.
Aparece la maldición
De pronto un halo estremecedor inunda el ambiente. Acaba de llegar a Artuxu un pelotón de reclutamiento. Celso que estaba a lo suyo, trabajando en la bancada, no se entera, hasta que ve venir hacia él a los soldados. Ya es tarde. No se puede esconder. ¡Alto! ¡Alto, ahí! al suelo. Estaba condenado, lo mismo que años atrás lo fueron sus padres, hermanos y tíos. Estando en el suelo, boca abajo, casi sin respiración, nota una mano huesuda en la cabeza que le da un escalofrío de muerte. Tu eres Celsoㅡle interrogan. Él asiente con la cabeza.
El frío de la muerte o de miedo
Pero algo le está pasando. Ese frío, que le ha calado hasta el alma, ahora le genera una calma, y una seguridad en sí mismo, que no acaba de creerse.― ¡Levántate!― Se va incorporando lentamente, con dificultad, como corresponde al octogenario en que se acaba de convertir, y que deja pasmados a soldados y vecinos presentes.
―¡Vayámonos!―,este hombre no está en edad de luchar.
La explicación, no la hubo. Aunque Celso sí la conocía.
Trasgu vacilon, travieso, pero fiel amigo
Trasgu le había estado vacilando, escondiendo las herramientas de trabajo, jugueteando, y volviéndole tarumba todo el día. Ahora había ejercido de amigo. Poco a poco fue recuperando su aspecto habitual, y en su interior ya sabía que muchas, muchas, pero que muchas trasgadas iba a soportar por algún tiempo. Eso sí, sonriendo con la complicidad que da el saber que tienes el amigo más travieso con el que te puedes cruzar. El Trasgu.
El Trasgu es el duende hogareño por excelencia de la mitología y tradición asturiana. Vive en las casas y es sumamente travieso, juguetón e irónico. Si le enfada cuidado, entonces puede hacérselas pasar canutas.