Como cada año, Francisco aprovechó su discurso para felicitar las Navidades a la Curia, el Gobierno de la Iglesia católica, para lanzar un nuevo mensaje a sus miembros.
En el pasado había hablado de las "enfermedades de los eclesiásticos", en otro discurso enumeró las posibles "curas" y en esta ocasión les advirtió de que no puede haber reforma si ellos no cambian.
Las palabras del papa cobran mayor importancia en el contexto de malestar en el seno de la Iglesia católica tras la filtración de una carta firmada por cuatro cardenales en la que se le exige su rectificación.
Largo discurso, mucho contenido y una disposición plena a realizar la reforma |
El papa Francisco desveló hoy la existencia de "resistencias malvadas" y "ocultas" a la reforma del Gobierno de la Iglesia, que está implementando desde hace tres años, en el discurso que dirigió hoy a sus miembros.
Largo discurso, mucho contenido y una disposición plena a realizar la reforma
En su alocución, Francisco afirmó que existen resistencias a la reforma que «a veces nacen de la buena voluntad y del diálogo sincero, [...], las resistencias ocultas, que nacen de corazones asustados y endurecidos, que se alimentan de las palabras vacías del "gatopardismo" espiritual de quien dice que quiere cambiar las cosas, pero después quiere que todo quede como antes [...],existen también resistencias malvadas, que germinan en mentes perversas y se presentan cuando el demonio inspira intenciones malas. Este último tipo de resistencia se esconde en justificaciones, y, en tantos casos, acusaciones, que se refugian en las tradiciones, en las apariencias, en las formalidades, en lo conocido [...],no tiene fines estéticos y no puede ser entendida como una especie de lifting o de maquillaje para embellecer el anciano cuerpo curial o como una operación de cirugía estética»
Por ello, les indicó que para realizar la reforma no basta cambiar el personal, sino que los miembros de la Curia se renueven espiritualmente, humanamente y profesionalmente.Y agregó que sin una conversión y una purificación permanente, sin un cambio de mentalidad, el esfuerzo funcional resultaría en vano.
«Individualidad, pastoralidad, misionaridad, racionalidad, funcionalidad, modernidad, sobriedad, subsidiariedad, sinodalidad, catolicidad, profesionalidad y gradualidad» los doce criterios que tienen que inspirar la reforma de la Curia.
Y concluyó su largo discurso, de casi una hora, con una oración en la que pidió que los hombres de la Iglesia sean humildes, sin orgullo y arrogancia.
En los saludos finales, Francisco regaló a los cardenales y altos miembros de la Curia presentes hoy en la sala Clementina del palacio pontificio el libro: "Consejos para curar las enfermedades del alma" del jesuita Claudio Acquaviva (1543-1615).