jueves, 8 de diciembre de 2016

Llueve

Llueve




Llueve. Llueve con ganas. En la calle los charcos ya no se ven. Todo es un enorme lodazal. El tiempo no ofrece mucho para poder pasar un dia tranquilo. Durante el otoño es lo que sucede con frecuencia. Aun sabiendo que todos los años ocurre lo mismo, seguimos esperando un dia soleado del verano que ya se fue. Pero, somos así. Nos gusta vivir la vida no como es, sino como la queremos. Y poco a poco gastamos lo único que tenemos, tiempo, en sufrir con las cosas, de las que teníamos que disfrutar cada instante. Todas tienen su encanto, pero las queremos a nuestro gusto y en la forma apetecida. Si, eso es. Además, en la mayor cantidad posible. Todo es poco. Nada alcanza. Llueve y seguirá lloviendo toda la jornada. Estoy presto para pasar un día tristón. Espero el sol que ya se fue con las golondrinas, cruzando el océano en busca de otras gentes, otro lugar en la tierra, como todos los años, como siempre. La naturaleza, reparte inexorablemente sus condiciones, con justicia y equidad. Sin aspavientos, con la normalidad de la razón. ¡Curiosa palabra! Razón. Engreídos que somos, auto denominarse racionales. Que soberbia. tan ingrata con nuestra existencia. La tristeza invade mi contorno. Los amigos con los que pensábamos pasar una jornada en compañía, están ”mustios”, no reaccionan. Que ironía. Nos pasamos la mañana quejándonos. Hemos desperdiciado unas horas de nuestro tiempo. Tiempo. Ese factor que casi siempre valoramos con sistemas de medida erróneos. No sirve ninguno. El tiempo solo se gasta, no se recupera. Desperdiciar tiempo,es desperdiciar vida. Pero en el “raciocinio” de los racionales, llueve, llueve, llueve,...