lunes, 19 de junio de 2017

Portugal: Ya son 64 los fallecidos.

Los incendios de Portugal se expanden fuera de control, aumentando la cifra de victimas mortales a 64.

El presidente Marcelo Rebelo de Sousa reconoce los errores en la gestión de la crisis, mientras las llamas se extienden a la misma velocidad que la indignación por la ineficacia política.




   D esde Pedrógao Grande hasta los distritos de Coimbra o Castelo Branco. Sigue activo el incendio. Y otros muchos se propagan al otro lado de la frontera ante la desesperación de los ciudadanos.

¿Cómo es posible que el país no haya aprendido la lección después del drama vivido en la isla de Madeira el pasado mes de agosto? Nadie se lo explica y el fuego sigue sin dar tregua, con la Autoridad Nacional de Protección Civil totalmente desbordada y más de un error en la gestión de la tragedia, especialmente durante las primeras horas.

Presidente de la República,  Marcelo Rebelo de Sousa. 
 «El primer puesto de mando era provisional, de emergencia. Ahora tenemos una mejor organización. Son desafíos que están en curso», ―declara el inquilino del Palacio de Belém.

El primer ministro foco de las criticas

El primer ministro no se está caracterizando precisamente por su omnipresencia para tranquilizar a la población, lo que se une a la indignación por la escasa eficacia para poner en pie un mar de críticas a lo largo y ancho de todo Portugal.

Indignación, rabia, impotencia.

Protección Civil admite la imposibilidad de acceder a ciertas áreas para mitigar las consecuencias y apagar las llamas. Porque hay rincones tan escarpados que ni siquiera los aviones pueden operar con normalidad. Por eso la oleada infernal no se detiene.

La moderada lluvia dio un leve respiro por momentos a los cuerpos de salvamento y bomberos, pero no sirvió de nada. Las cenizas en el aire se han convertido en parte del paisaje devastado de Pedrógao Grande. Resultado: parece de noche a las cuatro de la tarde.





De norte a sur, de este a oeste. En zonas rurales, en barrios urbanos. El miedo se extiende entre la población, consciente de que el dolor de sus compatriotas puede ser el suyo cualquier día.

¿Cuántos años tardará en recuperarse el paisaje? ¿Por qué no se aprueba de forma urgente un plan de salvación que ponga la semilla para que no tarden tanto tiempo en llegar las recetas del alivio?

Su ira y sus quejas las comparten muchos otros ciudadanos del país vecino, hartos de promesas incumplidas y palabras vacías que no conducen a ninguna parte.