miércoles, 31 de mayo de 2017

"Las batallas del abuelo" Un oso en casa del cazador

"Batallas del abuelo" Un oso en casa del cazador.

Difícil de concebir, se nos presenta la idea que la cabaña de supervivencia de un cazador en plena cordillera, pueda dar cobijo a dos de los enemigos mas encarnizados de la historia animal.

Pero todo en la vida, esta sujeto a la excepción. Y las excepciones siempre dan lugar al nacimiento de nuevas formas de entender nuestra existencia y conocernos a nosotros mismos.

"Osucu"


 Lin, comienza hoy la charla en la pagina dos. 

Esta es una de sus vivencias que encanta recordar. Se le nota. La palabra "oso" resuena con una musicalidad especial en su discurso.
Su admiración por el oso es absoluta. Siempre que ocurre algún incidente donde esté implicado uno de ellos, no duda en justificar su acción,sobre todo si la otra parte es humana.
"Matamos, raposos, melandros, liebres, codornices, perdices, urogallos, águilas, ferres,...,sin medida ni mesura alguna. Pero cuando llega el "osu" reculamos que da gusto verlo". 
Es el rey del puerto,y el guardián de lo poco que se va dejando.
Pues como no podía ser de otra manera, comenzó a contarnos las vivencias en común con el oso en la cabaña.

Batidas al lobo

Lin, salió al puerto con la cuadrilla de caza de siempre, vecinos y amigos de la aldea, que de cuando y vez, acordaban dar una batida al lobo, que durante la época de grandes nevadas se convertía en un habitual de las cercanías de las viviendas.  Esto generaba una intranquilidad constante, tanto para las ganaderías como para las personas. Las batidas no eran de dar muerte masiva a las fieras, ㅡque con hambre lo sonㅡ, si no que, salvo casos en que se percibiera peligro para una persona, se trataba de generar un clima de peligro y miedo con disparos, con lo que la manada o manadas cercanas huían y se alejaban volviendo la tranquilidad a las familias y su ganado.

Penosa sorpresa

Pero, a veces buscas pan y encuentras galletas, o viceversa. Resulta que ya de vuelta encontramos una osa moribunda, con una herida de postas en la cabeza, que le había ocasionado daños mortales.
Lin la examinó, e inmediatamente dijo que no había nada que hacer, salvo acabar con su sufrimiento. La mató con un disparo en la misma herida, de modo que su fallecimiento fue instantáneo.
Se quedó serio, muy serio, disgustado. La cuadrilla siguió con su camino a la cabaña, para a continuación poner rumbo  a la aldea.
Lin, pasados unos minutos, se incorporó y comenzó una exploración de la zona hasta que encontró lo que suponía, Un osezno "osucu", clamando por su madre. Estaba aterido de frío, hambre y miedo. Trabajo le costó a Lin, poder meterlo en el saco. Y cargando con aquel incansable animal que no dio parado un segundo, se fue acercando a la cabaña.
Cuando llegó ya casi se habían ido todos. Solo quedaban Pachu y Colas, que como siempre, todo lo hacían con pausa y tranquilidad. Al ver a Lin se asombraron del equipaje,y dieron un salto de susto, del cual Lin se estuvo carcajeando toda su vida. Estuvieron hablando que hacer con el "osucu". Bajarlo a la aldea, imposible. Armarían un escándalo, de aqui te espero. Dejarlo en el monte era condenarlo a morir, entonces el abuelo se ofreció a quedarse en la cabaña con él, lo que quedaba de duro invierno. Eso si Pachu y Colas se comprometieron a subir manutención para los dos.

Lin y "osucu" en la cabaña

Así comenzó, un difícil compartir de vivienda, de dos seres antagónicos. Con algún disgusto de más, y alguna herida dolorosa, se fue fraguando la confianza que supuso que el "osucu" aceptara la jerarquía de Lin, y le respetara, eso si, a su manera.
"Fue duro, pasé frío, rabietas, momentos de sentir que lo dejaba". Y cuando ya lo había decidido, empece a meter en el zurrón, lo poco aprovechable que quedaba, ㅡme lo había destrozado todo, el impresentableㅡ me bajaba  para casa, cuando subieran la comida mis amigos.
El "osucu" instintivamente notó peligro. Algo le hizo reaccionar. Porque se acercó a mi y se empezó a rozar en mi con mimo y unos sonidos de ronroneo, de cariño.
Yo intenté apartarlo, pero el volvió una y otra vez. Verme preparar el zurrón le sirvió de alarma, que me iba.
Un rato más tarde llegaron Pachu y Colas. Cuando llegaron, me vieron sentado, en lo que había sido un banco, el "osucu" durmiendo a pierna suelta con la cabeza en mis pies.
¿Que paso? ¿Ta malu? ¿Murió? dijo Pachu asustado.
Cuando Lin le dijo que se había "domesticado de golpe". Colas contestó Ten cuidao, ten cuidao. Pero a dios gracias nada de eso pasó.

La vuelta 

Llegó el buen tiempo, y con el sol, el calor, la alegría. Unos días después lo llevamos a la osera, una poza que hacia el río y que era donde se juntaban las madres con su retoños a enseñarlos a pescar.
Dudó, miró hacia nosotros y hacia los osos dos o tres veces, y salio corriendo a juntarse con sus iguales. Nada mas llegar quedó integrado en el grupo.
Los tres empezamos el camino vuelta. Un poco confundidos en sentimientos, eso si, nunca tuvimos claro, donde estariamos mejor, en la poza o en la aldea.
Mucho más los buenos de Colas y Pachu, unos años mas tarde, fugados, condenados a muerte por haber servido en el ejército republicano, muertos en una cacería organizada por los guardias de asalto franquistas, que los había localizado, gracias a un chivatazo.

La cabaña

Durante los años que duró su estancia en los montes, la cabaña, o lo que quedaba de ella, fue el lugar donde les dejaba el queso, los embutidos, el tabaco, y alguna que otra munición que podía conseguir.
El camino recorrido por ellos, para darnos sustento al "osucu" y a mi, luego lo repetí yo en su lugar, con el mismo cometido pero con la tragedia por bandera.
"No hagáis nunca caso, a quien para conseguir un objetivo, necesite la violencia. El como se consigue algo, es el mismo como, que se tendrá que utilizar, para defenderlo".