María de los Ángeles de las Heras Ortiz, conocida como Rocío Dúrcal.
Los llamados «niños prodigio», me cuesta admitir su existencia en el mundo del espectáculo.
En la mayoría de los casos terminan siendo victimas de la ambición de sus «tutores», y cuando se acaba el filón, quedan abandonados a su suerte, cargados con una pesada lacra de desencanto, frustración y sin un duro.
Ȩste no fue el caso de Rocío. Cuatro décadas, de arte, de sentimiento, de amor, y de sufrimiento también.
Se fue evocando con su mirada y su voz, sueños de amor en todo el mundo.
Mexico en pura sangre