El romance de
Cernuda, tío Rosendo y San Petineo de Morrillo
ni pocos ni muchos,
pocos para olvidarme,
muchos para recordarme,
y para que se olviden, bastantes.
Érase el caso que yo iba.
de invitado de postín,
a San Petineo de Morillo
a una casa de primera,
que aunque humildes nosotros,
estos eran de cartera.
Cuando me acerqué a la hacienda.
yo montado en mi pollin,
pasaronme como fechas,
cuatro jinetes a mil,
¡Redios!―maldije. Me pusieron.
de polvo hasta el bombín.
Bajé del burro de un salto,
con gana de gresca, encendido,
pero ni los vi, con sus corceles,
no vi ni su silueta,
así que empecé a sacudir,
el traje con la chaqueta.
Arreglar poco arreglé,
el traje polvo tenía,
limpiar no lo limpié,,
el azul marino estaba,
como un saco de centeno,
fijarse no hacía falta.
Ya no me subí al asno,
el trozo que me faltaba,
lo hice caminando,
total tiempo sobraba.
Cuando estaba llegando,
Salió mi prima Cernuda,
que aunque primos lejanos,
siempre tuvimos ternura,
y algún besuco escondido,
con cariño y sin censura.
Vino corriendo hacia mi,
y con todo su descaro,
un besazo me plantó
en medios de mis labios,
y mirándome el traje,
se carcajeó, con escándalo.
Pero bueno, primo,
que hoy vienes de fiesta,
hoy estamos de patrón,
además, de otra sorpresa,
¿y tú vienes vestido,
para trabajar en la hacienda?
Riéndose como solía,
colgada de mi brazo marchaba,
haciéndome compañía,
hasta el recibidor de su casa,
donde mucha gente había,
se avecinaba gran fiestaza.
Al llegar no saludamos,
todos por un igual,
solo uno se dio el gusto,
así lo dejó claro,
―por fin Cernuda, por fin,
ya nos trajiste vasallo―.
Sin dar tiempo de respuesta,
continuó chufa, chufando...
y dándole una palmada en la espalda,
mas vino...se esta acabando,
y lávate, ponte ropa,
limpia, aunque sean trapos.
Cernuda, rauda y veloz,
adelantándose a mis amables afectos,
que solo iban a quebrar,
al rufián un par de huesos,
―Este es mi servidor,
no sirve a invitados―.
Me subió a sus aposentos,
me dio un camisón claro,
me mandó quitarme el traje,
para intentar cepillarlo,
cosa que dudé bastante.
Cuando estoy en el dormitorio
de Cernuda esperando,
entra el tío Rosendo,
y se me queda mirando,
qué haces aquí, desgraciado?
Y con mi camisón puesto,
pero seràs descarado,
¿Y mi hija? ¿donde está?
mirandome desconfiado,
y buscando de lado a lado.
Yo no articulaba palabra,
no sabia que decir,
el tío Rosendo no era,
a quien cuentas rendir,
asi, de cualquier manera.
En esto llega Cernuda,
como un torbellino, como era
no se da cuenta del padre,
y me da un beso...con tuerca.
Yo con la boca ocupada,
no pude de ninguna manera,
avisar a la chavala,
que habia entrado su padre,
estaba detrás de la puerta.
¡Vive Dios! ㅡGritó Rosendo,
que estoy viendo, bandolera,
dejas tu honra y tu vida,
con un hombre cualquiera,
que sus manos solo sirven,
para hacer surcos en la tierra.
Cernuda, del primer salto,
casi se cae de cabeza,
momento que aprovechó el tío,
para darme con la correa.
la cual sujeté con brío.
La prima, ¡Ay que lío!
Vaya lío de primera,
la fiestaza que barruntaba,
tenia tintes mas de gresca
que de celebrar la cosecha.
Cernuda, ya casi repuesta,
se acercó al padre mimosa,
y el como buen padre,
agradeció la carantoña,
y con un beso en la frente,
se despidió, ella sola.
Allí me quedé, en frente,
con el tío Rosendo pensando,
y yo mientras cavilando,
como saldría de la alcoba,
o sangrando, o llorando.
Pero para mi sorpresa
me miró de arriba abajo,
me pidió su correa,
amaro su calzón largo,
y se fue, sin mas, por la puerta.
Yo no podía pensar,
estaba atosigado,
me mordían las ideas,
allí en camisón blanco,
como un loco encerrado.
Cernuda, por fin volvió,
con un traje de inglesa,
este te queda de postín,
a mi padre no le sirve,
le aprieta un poquitín.
Prima, no me fastidies,
por hoy ya pasé bastante,
si tu padre me zurró,
por poner su camisón,
por un traje, no la cuento.
Venga, hombre, vístete,
y baja rápido al salón,
que el convite va empezar,
y al final tendrá lugar,
dijo mi padre el sorpresón.
El traje y todo lo demás
parecía hecho para mi,
casi podría jurar,
que uno hecho en su lugar,
no se ajustaría así.
Bajé al salón y saludé
a mis primas, elegantes,
bonitas como diamantes,
competencia sin reglas había,
entre los jóvenes galantes.
Los más selecto de la comarca,
allí se había allegado,
las fiestas de tío Rosendo,
eran de por si, gran reclamo,
pero sus hijas ya casaderas,
suponían un gran llamado.
Los entrantes acabados,
el cordero ya zampado,
los postres saboreando,
con el orujo sobrando,
ya está la fiesta armada,
alguno incluso cantando.
Don Rosendo, con parsimonia,
con la exquisitez de los años,
poco a poco, sin prisa alguna,
allá se fue incorporando.
magia, poder, influjo sería,
todo el mundo fue callando.
Hoy me llega el día,
que todo padre añora,
el mas feliz yo diría,
según dicen las historias
sin embargo yo os digo,
que a solas, el padre llora.
Como manda la tradición,
que no siempre aporta honra,
hoy presento a mi hija, mi sol,
a buscar par para su boda,
los hombres que aquí estáis,
permiso os doy, desde ahora,
Tío Rosendo cayó en la silla,
que viejo parecía ahora,
allá me acerqué un momento,
¿necesita algo? Está blanco,
No lo entiendes hijo mio,
un trozo de mi, se va,
y aun siendo justo, me destroza.
Animo tío, mire usted,
a mi también me causa zozobra,
Cernuda es una gran mujer,
demasiada, demasiada señora,
para este atajo de gañanes,
que has el apellidos les sobra.
Acércame a la habitación,
voy a descansar un rato,
ya estoy bien, chavalote.
déjame allí, y baja abajo,
que Cernuda tu bien sabes,
hoy cierra seguro el caso.
Bajé despacio escalón por escalón,
tenia cierto malestar,
mi prima del corazón,
se iba dejar amar,
por un determinado varón.
¡Redios! No me gustaba ¡na!
Cuando baje encontré,
una escena que me hizo gracia,
Cernuda en una esquina de la mesa,
a los zopencos, uno a uno entrevistaba,
¿estaba montando un casting,
con tradición castellana?
Los zagales se acabaron,
ya nadie allí quedaba,
ella me dijo ¿tu qué?
¿no pasas informe a la dama?
¿Desde cuando se cuida al suegro,
antes de deposar a la dama?
Cernuda, siempre Cernuda,
se abrazo a mi cuello, a mi alma,
Te quiero mas que a mi vida,
mi sol, mi luna, mi alba.
vamos a ver a mi padre,
si no vamos, no se salva.
Tío Rosendo no estaba bien,
medio sentado en la cama,
con la botella de orujo en la mano,
estaba con una "casca"
y mirándonos y con sorna,
¿Ta arreglao? Ta bien, pos nada.
Con la botella en la mano,
y otro trago a la garganta,
me dijo con mala saña.
Primero fue el camisón,
después el traje y corbata,
también pongo la zagala.
Un día me contarás
¿Que trajiste tu a esta casa?
Si alguien duda la historia,
igual que si alguien la afirma,
lo importante es que ahora,
alguien menta a Cernuda,
a su amor "prohibido"
y la muerte del tío en vida.
Trasgu1960
Me subió a sus aposentos,
me dio un camisón claro,
me mandó quitarme el traje,
para intentar cepillarlo,
cosa que dudé bastante.
Cuando estoy en el dormitorio
de Cernuda esperando,
entra el tío Rosendo,
y se me queda mirando,
qué haces aquí, desgraciado?
Y con mi camisón puesto,
pero seràs descarado,
¿Y mi hija? ¿donde está?
mirandome desconfiado,
y buscando de lado a lado.
Yo no articulaba palabra,
no sabia que decir,
el tío Rosendo no era,
a quien cuentas rendir,
asi, de cualquier manera.
En esto llega Cernuda,
como un torbellino, como era
no se da cuenta del padre,
y me da un beso...con tuerca.
Yo con la boca ocupada,
no pude de ninguna manera,
avisar a la chavala,
que habia entrado su padre,
estaba detrás de la puerta.
¡Vive Dios! ㅡGritó Rosendo,
que estoy viendo, bandolera,
dejas tu honra y tu vida,
con un hombre cualquiera,
que sus manos solo sirven,
para hacer surcos en la tierra.
Cernuda, del primer salto,
casi se cae de cabeza,
momento que aprovechó el tío,
para darme con la correa.
la cual sujeté con brío.
La prima, ¡Ay que lío!
Vaya lío de primera,
la fiestaza que barruntaba,
tenia tintes mas de gresca
que de celebrar la cosecha.
Cernuda, ya casi repuesta,
se acercó al padre mimosa,
y el como buen padre,
agradeció la carantoña,
y con un beso en la frente,
se despidió, ella sola.
Allí me quedé, en frente,
con el tío Rosendo pensando,
y yo mientras cavilando,
como saldría de la alcoba,
o sangrando, o llorando.
Pero para mi sorpresa
me miró de arriba abajo,
me pidió su correa,
amaro su calzón largo,
y se fue, sin mas, por la puerta.
Yo no podía pensar,
estaba atosigado,
me mordían las ideas,
allí en camisón blanco,
como un loco encerrado.
Cernuda, por fin volvió,
con un traje de inglesa,
este te queda de postín,
a mi padre no le sirve,
le aprieta un poquitín.
Prima, no me fastidies,
por hoy ya pasé bastante,
si tu padre me zurró,
por poner su camisón,
por un traje, no la cuento.
Venga, hombre, vístete,
y baja rápido al salón,
que el convite va empezar,
y al final tendrá lugar,
dijo mi padre el sorpresón.
El traje y todo lo demás
parecía hecho para mi,
casi podría jurar,
que uno hecho en su lugar,
no se ajustaría así.
Bajé al salón y saludé
a mis primas, elegantes,
bonitas como diamantes,
competencia sin reglas había,
entre los jóvenes galantes.
Los más selecto de la comarca,
allí se había allegado,
las fiestas de tío Rosendo,
eran de por si, gran reclamo,
pero sus hijas ya casaderas,
suponían un gran llamado.
Los entrantes acabados,
el cordero ya zampado,
los postres saboreando,
con el orujo sobrando,
ya está la fiesta armada,
alguno incluso cantando.
Don Rosendo, con parsimonia,
con la exquisitez de los años,
poco a poco, sin prisa alguna,
allá se fue incorporando.
magia, poder, influjo sería,
todo el mundo fue callando.
Hoy me llega el día,
que todo padre añora,
el mas feliz yo diría,
según dicen las historias
sin embargo yo os digo,
que a solas, el padre llora.
Como manda la tradición,
que no siempre aporta honra,
hoy presento a mi hija, mi sol,
a buscar par para su boda,
los hombres que aquí estáis,
permiso os doy, desde ahora,
Tío Rosendo cayó en la silla,
que viejo parecía ahora,
allá me acerqué un momento,
¿necesita algo? Está blanco,
No lo entiendes hijo mio,
un trozo de mi, se va,
y aun siendo justo, me destroza.
Animo tío, mire usted,
a mi también me causa zozobra,
Cernuda es una gran mujer,
demasiada, demasiada señora,
para este atajo de gañanes,
que has el apellidos les sobra.
Acércame a la habitación,
voy a descansar un rato,
ya estoy bien, chavalote.
déjame allí, y baja abajo,
que Cernuda tu bien sabes,
hoy cierra seguro el caso.
Bajé despacio escalón por escalón,
tenia cierto malestar,
mi prima del corazón,
se iba dejar amar,
por un determinado varón.
¡Redios! No me gustaba ¡na!
Cuando baje encontré,
una escena que me hizo gracia,
Cernuda en una esquina de la mesa,
a los zopencos, uno a uno entrevistaba,
¿estaba montando un casting,
con tradición castellana?
Los zagales se acabaron,
ya nadie allí quedaba,
ella me dijo ¿tu qué?
¿no pasas informe a la dama?
¿Desde cuando se cuida al suegro,
antes de deposar a la dama?
Cernuda, siempre Cernuda,
se abrazo a mi cuello, a mi alma,
Te quiero mas que a mi vida,
mi sol, mi luna, mi alba.
vamos a ver a mi padre,
si no vamos, no se salva.
Tío Rosendo no estaba bien,
medio sentado en la cama,
con la botella de orujo en la mano,
estaba con una "casca"
y mirándonos y con sorna,
¿Ta arreglao? Ta bien, pos nada.
Con la botella en la mano,
y otro trago a la garganta,
me dijo con mala saña.
Primero fue el camisón,
después el traje y corbata,
también pongo la zagala.
Un día me contarás
¿Que trajiste tu a esta casa?
Si alguien duda la historia,
igual que si alguien la afirma,
lo importante es que ahora,
alguien menta a Cernuda,
a su amor "prohibido"
y la muerte del tío en vida.
Trasgu1960